Capitulo 3

Recuerdos~

Estaban dos niños, de unos 4 años, jugando en un parque. Uno era pelinegro y el otro pelirrojo. Estaban en el arenal divirtiéndose mientras hacían castillos. Los dos pequeños ajenos a todo lo que ocurría  a su alrededor.
-Eiren, esa torre tiene que ser más alta! –le decía el pelirrojo al pequeño Eiren.
-Ya lo sé! –le respondía mientras hacía esa torre mucho más alta.
-Sabes qué? Papa ha dicho que debo protegerte y estar siempre a tu lado.
-Yo ya soy un niño grande, no necesito que me protejas. Yo te protegeré a ti!
-Eiren! –el pequeño pelirrojo cogió de los mofletes a Eiren y le miro con toda la seriedad que tiene un niño de 4 años –tu eres importante para mi así que te voy a proteger y estaremos siempre juntos.

Eiren miro sorprendido a su amigo. El también era importante para Eiren.
-Entonces yo también te voy a proteger y no hay más que hablar.
El niño pelirrojo miro a su amigo y le dedico una sonrisa entre lagrimas antes de abrazarle.
-Gracias –le dijo el pelirrojo antes de rozar sus labios con los de su amigo con inocencia.

-Waaa!
Miro a mi alrededor confundido. Estoy en mi habitación. Solo ha sido un sueño pero parecía tan real. Recuerdo jugar en ese parque de pequeño pero no recuerdo ningún niño pelirrojo. Lo mejor será olvidarlo.
Aún llevo  puesta la ropa de ayer. Me doy una ducha y me visto con una camiseta celeste y unos pantalones de chándal oscuros. Bajo las escaleras, todo está hecho un desastre.
Nana y Celine están durmiendo en el sofá. Tomas esta desayunando en la cocina.
-Cogiendo fuerzas para limpiar? –le pregunto sonriendo.
-Sabes, Nana se preocupo ayer. Te vio dormido en la cama.
-No me encontraba muy bien –mentí.
Tomas me mira como si no acabara de creerse lo que le digo. No le culpo, no miento demasiado bien.
-Tomate algo y levanta a las chicas, toca limpiar –dice mientras se ríe al ver la cara que pongo.
Suspiro. Me pongo a hacer creps para cuando las levante. Puse chocolate en la mía y la de Celine. Nosotros siempre hemos sido muy de dulces. En cierto modo Nana y yo somos muy diferentes.
Aún recuerdo cuando empezamos a salir hace 3 años.

Yo era un niño de 14 años. Llevaba un mes observándola sin entender el por qué. Celine decía que me gustaba pero yo creía que era imposible. Un día estaba lloviendo y corría de camino a casa. Pare debajo de un balcón para no mojarme, delante había un parque con un lago. Delante de ese lago estaba ella. Estaba sonriendo mientras miraba hacia arriba. Las gotas caían por su pelo y su cara pero no parecía importarle. En ese momento pensé que era preciosa. Corrí hacía ella. Cuando me vio me miro sorprendida y se sonrojo un poco.
-Eiren?
-A-a-anastasia. Qui-quieres salir conmigo?

Sonrió al recordar cómo me dijo que sí con una sonrisa. Pero entonces recuerdo el sueño. Toco con la mano mis labios. Lo mejor es dejar de pensar en eso.
Levanto a las chicas y nos ponemos a desayunar antes de limpiar. El día pasa bastante rápido. Mi madre llega por la noche y comemos todos juntos una pizza.
-Mañana nos vemos, amor –me dice Nana acercando sus labios a los míos. Me aparto inconscientemente antes de que roce mis labios.
-Te pasa algo? –me pregunta confundida y un poco dolida.
-No me encuentro muy bien. Creo que estoy pillando la gripe y no quiero contagiarte.
Me siento muy mal por mentirle pero una parte de mi no quería ese beso.
-Está bien, mejórate –me da un beso en la mejilla, un abrazo y se marcha.
Celine me da un abrazo y me susurra al oído sin que nadie más escuche.
-Mas te vale contarme mañana que te pasa.
Le doy un pequeño apretón para darle a entender que le he escuchado.
Cuando se van me siento en el sofá y cierro los ojos.
-Os lo pasasteis bien ayer? –escucho preguntar a mi madre.
-Sí –le respondo sin muchos ánimos.
-Por qué será que no me lo creo? –mi madre me conoce incluso mejor que Celine.
-Mama… Recuerdas aquel parque en el que jugaba de pequeño?
-Sí, por qué?
-Alguna vez jugué con un niño pelirrojo? –le pregunto mirándola.
Siento que se tensa.
-No recuerdo ningún niño pelirrojo. Por qué no te vas a dormir? Es tarde –me responde sin mirarme.
Me esconde algo.
-Sabes que me voy a acabar enterando –le digo antes de subir a mi habitación.
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Madre Eiren
Me siento en el suelo. Aún es pronto, Andrew. No estoy preparada, no te lo lleves todavía. No puedo evitar llorar en silencio.
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Eiren
Abro los ojos y miro el reloj. Hoy me he levantado temprano. Me doy una ducha y me pongo el uniforme. Bajo a la cocina y veo que mi madre me está haciendo mi desayuno preferido. Creo que quiere compensarme por ayer.
-Hoy vendrá a buscarme Tomas.
-Ir con cuidado –me dice mientras me da el desayuno.
-Siempre lo hacemos.
-Es mi deber como madre preocuparme.
Mi madre no me quito la vista de encima hasta que me fui en el coche de Tomas. Celine ya estaba dentro. Pasamos a buscar a Nana y nos fuimos al instituto. La primera hora era literatura, estaba un poco nervioso por ver Eisen. Cuando entre me dije en que el no estaba… Estará enfermo? Pero… por qué me preocupo!
Me siento en mi silla un poco malhumorado y Celine me mira confundida.
Me tengo que ir unos días…
Eisen. Lo había olvidado, ya me dijo que no estaría. Me siento extraño, no entiendo porque estoy molesto. Miro a mi amiga y le doy una sonrisa intentando que crea que estoy bien. Sé que tengo una charla pendiente con ella pero no sé qué decirle, quizás ella consiga a ayudarme. Ahora que lo pienso, ella tiene que conocer al chico pelirrojo de mi sueño.
Las clases pasan y yo no puedo concentrarme. Necesito preguntarle. Por fin es la hora del de descanso y nos encontramos todos en nuestra mesa de siempre. Celine y yo nos miramos y ella asiente. Los demás nos miran extrañados cuando ven que nos levantamos y nos vamos. Nos vamos a la parte de atrás del instituto donde no hay mucha gente.
-Me vas a contar que paso en la fiesta? –me dice Celine.
-Antes de eso… Tú recuerdas aquel parque en el que jugábamos de pequeños.
-Claro que lo recuerdo aún que hace años que no vamos.
-No es momento de ponerse nostálgica. Tú recuerdas a un niño pelirrojo?

-Mmm… ahora que lo dices. Creo que se llamaba –me dice mientras piensa en el nombre. De repente abre mucho los ojos y me mira –Ay mi madre!

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